Réquiem por el parador
La historia del establecimiento hotelero más emblemático de Bailén, que cerró la semana pasada.
En los últimos años, siempre que he ido a Bailén me he hospedado en el hotel que fue antiguamente parador, unas de las instalaciones hoteleras más emblemáticas del pueblo, si no la que más. Ya no podré seguir haciéndolo porque desde hace unos días está cerrado. Otro establecimiento hotelero que se cierra (hace poco fue el hotel Batalla, antiguo Cuatro Caminos) en esta ciudad, cuyo lema que se acuñó a primeros del siglo pasado (Bailén, historia y cerámica) cada vez está más desfasado porque se ha quedado casi sin cerámica y está a punto de quedarse sin historia, al menos la que se refiere al devenir de la hostelería, otrora el sector más importante en el pueblo detrás del dedicado a la fabricación de ladrillos. En el libro ‘La edad del barro’ que escribí con Antonio Agudo, dediqué un espacio a la importancia que tuvo la hostelería en nuestro pueblo en los años sesenta y setenta. Hoy muchos de aquellos hoteles ya no existen y los pocos que quedan están pasando por muchas dificultades. La situación es para echarse llorar.
En los años sesenta muchos de los jóvenes de Bailén que no estaban trabajando en los tejares se pusieron el mandil de camarero y se dedicaron a servir a los viajeros que pasaban por el pueblo. En aquellos años, Bailén estaba en multitud de carteles de carreteras porque se encontraba en una encrucijada de caminos y porque era una referencia para el kilometraje. En Bailén partía la carretera que iba a Motril. Por allí pasaba la nacional que iba a Albacete y la que unía Madrid con Sevilla. Lo que se dice un sitio privilegiado.
Eso hizo que en Bailén se levantaran varios establecimientos dedicado a alojar a viajeros. Se construyeron ‘El Paso’ y ‘La Barra’, dos complejos que tendrían servicio de lavado y engrase, repuestos, surtidores, bar, restaurante, peluquería y oficina de información, además de camas para que los viajeros pudieran dormir. También estaban el ‘Snack Bar’, el ‘Hostal’ y, a seis kilómetros de Bailén y a uno del Ventorrilo y Zocueca, cerca de Charco Redondo, se encontraba ‘Las Delicias’.
-¿En qué se parece el ombligo de una mujer al Ventorrillo?
-…
-En que un poco más abajo está las delicias.
Ese era el chiste que se contaba.
También había hoteles que empleaban a mucha mano de obra femenina para asear las instalaciones y hacer las camas. Además del Albergue de la Dirección General de Turismo (Parador), estaba el Motel don Lope de Sosa y el Valencia Al Andalus, que le decían el del alcalde porque el dueño era Francisco Sanchíz Albiñana, primer edil durante varios años de los sesenta.
Pero para dormir más económicamente también se podía hacer en la Hospedería San José (Posada de Soria), El Recovero y en ‘Cuatro Caminos’, que se llamaba así porque antes de hacer la nacional allí se juntaban todos los caminos. Después se construirían el ‘Hostal Los Ángeles’ y ‘El Zodiaco’.
La primera crisis de la hostelería vino precisamente cuando se construyeron las autovías que iban para Granada y para Sevilla. La mayoría de los viajeros ya no pasarían por Bailén y algunos establecimientos comenzaron a perder clientes. Fueron las otras muertes de la carretera.
Pero ciñéndonos a la historia del Parador de Bailén, diremos que nació en 1931 con motivo de una ley por la cual se construyeron doce albergues de carretera, entre ellos el de Bailén. El Patronato de Turismo, a través de su Junta de Paradores y Hosterías, creyó conveniente crear establecimientos para automovilistas en puntos estratégicos y en lugares calculados previamente para dividir los viajes en diversas etapas. Con vistas a una mayor economía en la construcción, explotación y sostenimiento, se determinó, como norma básica, un tipo único, general para todos ellos, fácilmente reconocibles por los viajeros, y en las que se aunara la comodidad moderna con unas proporciones reducidas que permitieran el menor coste posible en el entretenimiento. Como anécdota diremos que la inauguración del Albergue de Bailén duró nada menos que tres días. Bailén contaba con un establecimiento en el que paraban muchos viajeros que, procedentes de Madrid, iban hacia Granada, Jaén, Sevilla o Albacete.
-¿No será usted el causante de esta situación? Si no se dedicase a buscar camareras tan guapas ahora no se le presentarían estos problemas.
Esto le respondía el responsable de Turismo en Málaga al administrador del Parador Nacional del Gol-Torremolinos cuando le escribió pidiéndole permiso para que la bailenense Paquita Torres, pudiera presentarse al certamen de Miss Málaga. Eran, como digo, los años en los que el turismo y la emigración constituían los factores sociales en los que se movía el país. Paquita Torres no sólo ganó el concurso de Miss Málaga, sino que en el año 1966 fue proclamada Miss España y poco después Miss Europa. Paquita Torres monopolizó el sueño del triunfo de muchos bailenenses que querían abandonar el pueblo y triunfar profesionalmente en otros lugares. Ella, lo he dicho muchas veces, se convirtió en la encarnación del sueño que se quería alcanzar al emigrar del lugar que te había visto nacer. Los paradores no sólo marcaron la pauta de la industria hotelera española de calidad en estilos arquitectónicos, recuperación de edificios históricos y decoración, sino también en profesionalidad. Su desarrollo en los años sesenta surgió ligado a la aparición de centros de formación especializados en los mimos años o incluso antes que la Subsecretaría de Turismo. Uno de esos centros de formación estuvo en Bailén, que pronto se convirtió en un referente y una cantera para paradores, especialmente en su época de máxima expansión. El ritmo a que se inauguraban los nuevos establecimientos crearon a Enrique Silvela, que era el responsable de Paradores durante varios años, un verdadero problema para contratar a personal de cocina, camareros y mujeres para lavar, planchar y hacer las camas. Aquel profesional que se iba de Bailén a un parador, llamaba a algún conocido o familiar que buscaba trabajo y le decía que en tal o cual establecimiento de la red estaba buscando gente para formar parte de la plantilla del mismo.
Uno de los culpables de que Bailén se convirtiera en una auténtica cantera de administradores y cocineros para toda la red fue el cura Eufrasio, al que acudían muchas familias en busca de una recomendación para poder trabajar en estos establecimientos.
-Don Eufrasio, que mi hijo no quiero que acabe en el tejar, a ver si puede usted colocarlo.
-Tu hijo ha sido alguna vez camarero.
-No, pero es un niño muy espabilao y enseguida coge el tranquillo.
-Me han dicho que han abierto un parador en Seo de Urgel. ¿Quieres que lo mandemos allí?
-¿Eso aónde está, don Eufrasio?
-Muy lejos, pero allí se hará un hombre de bien.
-Lo que usted diga, don Eufrasio. Y que Dios le bendiga.
Poco después ayudó en la tarea de esa emigración en busca de un bienestar laboral Jesús Cárdenas, que trabajó con Fraga Iribarne y cuya vivienda familiar en Bailén se convertiría en una verdadera agencia de colocación. Llegó un momento en que más del 20 por ciento de la plantilla de los paradores de España era de Bailén. Actualmente siete directores de paradores españoles han nacido en este pueblo.
Pero ¡ay!, en la década de los noventa estos establecimientos pasaron por una gran crisis que obligó a desprenderse de algunos de aquellos paradores situados en sitios estratégicos. Uno de ellos fue el de Bailén, que había dejado de ser, como consecuencia de la construcción de las autovías, un lugar para parar. Fue entonces cuando un grupo de trabajadores del parador decidió explotar el negocio. La red de paradores lo consintió y les cedió en 1995 el establecimiento durante 20 años. Vinieron los años de bonanza y durante mucho tiempo el parador, convertido ya en Hotel Bailén, siguió siendo uno de los referentes principales de la hostelería de Bailén.
Pero la crisis actual por la que pasa Bailén que ha sumido a los ciudadanos en un atroz pesimismo y desánimo, también se ha llevado a este local en el que han pernoctado estrellas de cine, figuras del toreo, futbolistas famosos y prestigiosos escritores. No sé cuál será el futuro del antiguo parador. Una opción política local (AIB) ha presentado una moción en el Ayuntamiento para que Paradores ceda al municipio las instalaciones y poder convertir el establecimiento en un geriátrico. No es mala idea. Pero hoy, desgraciadamente, en Bailén ya nadie cree en los sueños.