Volvemos a Estados Unidos y pisamos Birmingham, y no nos hemos equivocado con la ciudad inglesa: se trata de la ciudad más grande del estado de Alabama. Allí se encuentra desde hace año y medio Mari Ángeles López Aguilar, de 31 años, que trabaja como Wire Transfer Representative.

Birmingham empezó como un centro industrial de los Estados Unidos donde se fabricaba acero. La región tenía todo lo que era necesario para fabricarlo y por eso la ciudad creció muy rápidamente. Tanto que se la llegó a denominar «La Ciudad Mágica». Actualmente Birmingham está reconocida como una de las ciudades más importantes del sur estadounidense junto a Atlanta, Charlotte, Nashville, y Miami. Hoy en día hay cinco industrias predominantes en la ciudad: el acero, la banca, la medicina, el seguro, y la biotecnología.

Conozcámos un poco más a Mari Ángeles…

¿Qué te hizo salir de Bailén?
La razón principal fue la búsqueda de trabajo. Tras terminar Derecho y ADE en 2011 y haber pasado unos meses en Cracovia, Polonia, intentaba buscar trabajo y, en plena crisis, no era nada fácil. Después de unos meses y unas cuantas entrevistas, acabé en Madrid. Allí pasé cinco muy buenos años tanto personal como profesionalmente, pasando por empresas como Tragsa y Aena y conociendo a muchísima gente, muy buenos amigos de todas partes de España y a un boquerón, Jorge, mi pareja y la razón por la estamos por aquí.

¿En qué trabajas?
Desde hace casi dos meses estoy trabajando en el Departamento de Wire Transfers, unas transferencias bancarias un tanto especiales para BBVA Compass, filial de BBVA España. Antes de eso, estuve en otro departamento para el mismo banco pero trabajando como externa. Pero no todo fue fácil. Muchísima burocracia hasta conseguir el permiso de trabajo, entrevistas… Y una vez que lo consigues, empezar a trabajar en un entorno internacional tan diferente y en Inglés (que aunque yo me las daba de que controlaba después de años en José Luís y Escuela de Idiomas, llegas aquí y te das cuenta de que nada más lejos de la realidad al enfrentarte al acento sureño).

Para quien no te conozca, ¿quién es tu familia o cómo te conocen en Bailén?
Soy Mari Ángeles, hija de Pascual y Angelines del coro Mejorana o de Pascual “el de La Caixa”, hermana de Almu (¡aunque mucha gente piense que es hija única!) (ríe) o amiga de Kakes, Ana, Mari Carmen, Baldán, Capi… y demás “Auténticos”.

¿Qué es lo que más te gusta de la ciudad o el país?
Lo que más me gusta es poder viajar, conocer otra cultura diferente, gente nueva, tener una casa como las de Divinity (¡¡con su vestidor y todo!!) (ríe) y vivir cosas propias de los Simpsons o de películas americanas. Ya hemos estado en Nueva Orleans, Las Vegas, el Cañón del Colorado, Miami, Nashville… y próximamente iremos a Nueva York. Siempre que tenemos unos días libres, intentamos escaparnos para ir conociendo el país.

Me gusta también mucho probar comidas diferentes. He de admitir que me gustan los grits (no sé muy bien cómo definirlos), los tomates verdes o pepinillos fritos, la okra (verdura que creo que no se encuentra en España) y por supuesto, hamburguesas, pizzas y demás comida rápida.

Me he acostumbrado a pagar prácticamente todo con tarjeta y alguna que otra cosa con cheque, a llevar la cuenta de mi “Credit score”, a que todo sea tan verde, a los coches automáticos y a que el tiempo cambie tanto y que de hacer sol, te caiga un aguacero en un minuto. También a que te rellenen las bebidas (no alcohólicas) gratis en los bares y te traten como si fueras de la realeza para conseguir una mejor propina (obligatoria) o a que la gente quiera tener su espacio y sea tan escrupulosa o se preocupe tanto por los gérmenes (nada de compartir comida por ejemplo) y con el “sanitizer” a todos lados”

¿Y lo que menos?
Lo que menos me gusta de aquí es el tener que ir absolutamente a todos sitios en coche. Quitando en cuatro calles del centro, no hay aceras por ningún sitio. Suena raro, sí, pero es totalmente cierto. Yo no he sido muy fan del coche nunca y venir a una ciudad así, volver a sacarte el carnet de conducir… me costó bastante al principio. Como será que en mi trabajo actual nos pagan por andar y no es broma. Hay una especie de bonus si logras hacer un determinado número de pasos al día y cuesta bastante conseguirlos. Y mejor mantenerse sano, porque el coste de la sanidad es tema serio.

¿Te planteas volver en algún momento a Bailén?
Pues no sé si a Bailén porque no sé qué me deparará la vida. Si hace tres años alguien me fuese a decir que iba a estar por aquí, pensaría que estaba loco y mírame. Pero bueno, lo que tengo claro es que en un futuro, no muy lejano, intentaré acercarme lo más posible.

¿Qué es lo que más echas de menos de tu pueblo?
Echo mucho de menos a mi familia, a los amigos, a mis perros… Lo malo de estar a tantos kilómetros, bueno y de las pocas vacaciones que tienen los americanos, es que sientes que te pierdes muchos momentos (bodas, bautizos y comuniones, entre otros), en los que te encantaría estar y es prácticamente imposible. Y luego, el ir de tapeo por los bares del pueblo, comerte un helado en Los Valencianos, dar un paseo por Las Palmeras, ir a Dalay… O simplemente, el ir saludando y parándote por la calle Real… Pequeños grandes placeres.

Desde el extranjero ¿se conoce Bailén?
Pues la verdad es que no mucho. Ya hay mucha gente a la que le cuesta situar a España en Europa y no por alguna parte de Latinoamérica, como para eso. Pero siempre que tengo oportunidad enseño alguna foto y comento algo.

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