Cada vez estamos más desinformados. En plena era de la comunicación y aunque pueda costar creerlo estoy convencida de ello. Y la culpa no es toda precisamente de los medios de difusión sino del nuevo modelo de consumidores de información que se está implantando desde hace ya unos cuantos años y que tiene como gran protagonista a Internet, pero muy especialmente a las redes sociales.

Se ha gestado de la mano de ellos, y creo que puedo afirmar que está ya muy consolidado, un nuevo modelo de consumidor al que yo llamo “el devorador de titulares”. Sin pausa pero con prisa, totalmente al contrario de lo que recomienda el refranero popular. Así consume este perfil y así cree estar informado.

¿Cuántos de ustedes se informan a través de las redes sociales, de Facebook o de Twitter? Muchos, estoy segura ¿Y cuántos de ustedes van leyendo y almacenando titulares en ambas redes sin hacer el doble clic que les lleva a leer la noticia completa? Muchos también seguramente. Las prisas y las situaciones en las que hacemos estas lecturas, vía portátil, “táblet” y sobre todo vía móvil, generan este tipo de consumo en el que no hay tiempo muchas veces para ir más allá del titular. Con ello, muchos creen informarse pero no siempre es así.

Pues bien, el problema que se genera con este tipo de “fast information”, por hacer un símil con el clásico concepto de “fast food” o comida basura, es precisamente eso, una “información basura” que nos hace creer que nos estamos poniendo al día de todo lo que ocurre cuando nos estamos quedando sólo en la superficie.

El problema añadido es que los medios de comunicación lo saben y por ello cada vez más utilizan titulares engañosos para conseguir buenos cebos que lleven al devorador de titulares a hacer el ansiado doble clic que les reporte más visitas a su página web.

Un auténtico tsunami de sensacionalismo que degenera a menudo en cadenas de rumores y bulos basados en titulares con doble sentido que circulan como la pólvora por las redes sociales sin que muchos se preocupen de si es verdad o no porque no han hecho ese doble clic.

A menudo me gusta leer los comentarios de la gente a algunas noticias en Facebook y no son pocos los lectores que se enfadan porque el asunto poco tiene que ver con lo que anunciaba el titular, de modo que los que se quedan en él lo hacen con informaciones mermadas que comparten incluso sin haber leído. En Twitter más de lo mismo. Muchos tuiteros devoran sus 140 carcacteres de “fast information” y se quedan ahí, eso sí retuiteando incluso a sus seguidores una noticia o artículo que ni se han molestado en leer.

Criticar a los medios no es siempre justo. La calidad informativa sigue ahí, aunque no siempre, con noticias bien redactadas y documentadas, con artículos magníficos, pero sin un consumo responsable puedes cruzar esa fina línea que separa la información de la desinformación. Más no es siempre sinónimo de mejor y a veces la diferencia la marca sólo un doble clic.