Juego de Sillones
En mi último artículo me preguntaba si de verdad estas elecciones demostrarían que éste podía ser el inicio del fin del bipartidismo en nuestro país. De los resultados obtenidos en las diferentes comunidades y localidades creo que la respuesta es clara. La política en España ya no es cosa sólo de dos. La fragmentación del voto ha dejado un panorama incierto que obliga a los grandes partidos y a los pequeños a dialogar, a negociar y, al final de cuentas, a entenderse.
No sé si esta atomización va a resultar fructífera, pero sí estoy convencida de una cosa: ha supuesto, de momento, el fin de las mayorías absolutas y eso, afecte al PSOE o afecte al PP, me parece bueno, porque unos y otros necesitaban hace mucho tiempo una buena cura de humildad que les recordara que no todos sus votantes iban a aguantar hasta el infinito y más allá.
Como muchos lectores ya sabrán, yo soy valenciana, así que me encuentro en uno de los puntos calientes del panorama político actual. Tanto mi ciudad como mi Comunidad Autónoma necesitaban decir basta al absolutismo con el que se llevaban desde hace tiempo los destinos de esta bendita tierra. Como muchos también sabrán, he vivido bastantes años en otra bendita tierra, que es Andalucía, y lo que sí lamento es que allí no ocurriera lo mismo con el PSOE el pasado 22 de marzo porque en el Sur hacía tanta falta un cambio como en el Levante.
En cuanto a mi querido Bailén, dicen que esta ciudad ha sido una de las sorpresas de la provincia de Jaén al ganar por primera vez en su historia el Partido Popular liderado por Luis Mariano Camacho, más conocido por todos como Chiqui, aunque siguiendo la tónica del resto de España también aquí sin mayoría absoluta, lo que obliga a la negociación.
Creo que en el caso de Bailén, más que una sorpresa hablamos de una manera distinta de concebir la política, hablamos de la política de proximidad y de las ventajas de los pueblos donde todos se conocen, para lo bueno y para lo malo, más allá de las siglas. Pienso y lo pienso con conocimiento de causa que los resultados de las elecciones en Bailén más que una sorpresa han sido un premio al trabajo y la cercanía y han castigado a quien no ha sabido estar ceca de su pueblo.
Es tiempo de pactos y es tiempo de rumores, algo muy bailenense. En los mentideros de esta histórica ciudad se oye de todo y la semana ha sido tan movida que el partido que tiene la llave para el posible pacto, la Agrupación Independiente de Bailén (AIB), ha tenido incluso que salir al paso y aclarar públicamente que se están manteniendo reuniones pero sin ningún acuerdo en firme todavía.
Lo que sí ha trascendido han sido las sorprendentes declaraciones de la Alcaldesa en funciones, la socialista Simona Villar, que después de cosechar los peores resultados de la historia del PSOE en Bailén, ha salido por peteneras, y al estilo Esperanza Aguirre, ha dimitido y ha ofrecido nada menos que la Alcaldía a AIB, a pesar de contar estos con 3 concejales frente a los 6 del PSOE. Nunca el sillón de la Alcaldía se pareció tanto al Trono de Hierro de la famosa serie de televisión.