El arte de pactar
Desde que tuvieron lugar las elecciones municipales y autonómicas el pasado 24 de mayo, yo no sé ustedes pero yo ya empiezo a estar un poquito cansada del rollo de los pactos. Esto en algunas ciudades y comunidades está siendo más largo que un día sin pan. En mi último artículo ya hablaba de ello y lo preocupante es que han pasado dos semanas y en determinados lugares poco se ha avanzado en el asunto.
Nuestro personal político me temo que está demasiado acostumbrado a las tradicionales mayorías absolutas y en algunos casos lo de negociar y pactar les viene bastante grande. Aunque para ser justos también es verdad que la incapacidad negociadora se está sintiendo entre algunos líderes de los llamados nuevos partidos o partidos del cambio.
Lo lamentable en mi opinión es que lo ocurrido estas semanas demuestra que al final de la película a muchos, más allá del bucólico objetivo de cambiar las cosas, lo que les importa es llevar la batuta o, dicho de otra manera, acceder a la alcaldía o presidencia en cuestión.
Un claro ejemplo de esto lo estamos viviendo en mi tierra, la Comunidad Valenciana, donde está costando más de lo esperado que se confirme el acuerdo de partidos de izquierdas. La razón es la, a mi parecer, incomprensible actitud de triunfadora de la líder de Compromís, Mónica Oltra, quien siendo la tercera fuerza más votada, se ha empeñado en que ella es la merecedora de ser la Presidenta de los valencianos ante el estupor de los socialistas que desde la lógica vieron claro que la presidencia era suya desde el principio.
Yo con esto de los pactos muchas veces tengo esa sensación de un auténtico mercadeo de votos en el que se ven las cosas más extrañas. Y al final cuando votas resulta que no sólo tienes que pensar en quién quieres que gobierne sino quién crees que puede gobernar gracias al partido al que votes. Y eso es mucho pensar porque, visto lo visto, para acertar eso necesitaríamos dotes adivinatorias más que lógicas.
Hace dos semanas les hablaba también por cercanía personal del caso concreto de mi segunda tierra, mi querido Bailén. Aquí finalmente se ha confirmado lo que la lógica desde el principio apuntó y es un pacto de gobierno entre el Partido Popular y la Agrupación Independiente de Bailén (AIB), con 7 y 3 concejales respectivamente. Digo lo de lógico porque este mismo pacto ya gobernó Bailén de 2004 a 2011, solo que en esta ocasión la Alcaldía la ostentará el PP como partido más votado. Aunque como nunca llueve a gusto de todos, ya hay quienes no entienden cómo AIB no sucumbió a la proposición del PSOE, que a pesar de tener 6 concejales, le ponía en bandeja la Alcaldía a AIB con sus 3 concejales con tal de que no gobernara el PP. Pues qué quieren que les diga, yo me quito el sombrero ante AIB por demostrar que aunque cueste creerlo a veces no todo vale por un sillón.