¿Conciliaqué?
¿Y ahora qué hacemos con los niños?
Las concurridas puertas de los colegios son un foco de conversaciones de toda índole entre los habituales papás y mamás, abuelos y abuelas, pero pocas veces hay tanta unanimidad en los temas a tratar como el día en que las criaturitas cogieron sus vacaciones de Semana Santa.
Y es que tener casi dos semanas por delante sin colegio, más allá de la evidente alegría que les da a los chiquillos supone un auténtico quebradero de cabeza para los progenitores que, salvo excepciones, si no quieren gastarse un dineral se encuentran en la odisea de ver cómo “colocan” a sus vástagos la friolera de doce días.
A mí personalmente me parece un auténtico abuso el tema de las vacaciones escolares hoy en día. Vamos a hablar claro, décadas atrás, cuando eran muy pocos los casos en los que trabajaban padre y madre que hubiera tantos períodos vacacionales en los colegios no trastocaba tanto la vida, pero hoy en día en la que la mayoría de las familias quieren o necesitan trabajar ambos progenitores es un auténtico caos enlazar unas fiestas con otras sin saber qué hacer con los hijos.
En mi caso, desde que empezó el colegio en septiembre, hemos enganchado las Navidades con las Fallas y casi sin darnos cuenta se nos ha echado encima la Semana Santa con sus doce días en los que el colegio cierra sus puertas, excepto si previo pago te animas a apuntarlo a la Escuela de Semana Santa, con lo sencillo que sería que, como en cualquier empresa, los trabajadores se organizaran las vacaciones y lo centros permanecieran abiertos dando unos servicios mínimos para quienes los necesiten, mínimos y gratuitos, que para eso es una escuela pública.
Ah, y hace apenas unos días para rematar el tema me he enterado que los centros educativos, que en mi ciudad vuelven al colegio el próximo martes 29 de abril, van a hacer puente con el uno de mayo, de manera que la semana que viene trabajarán martes y miércoles y a descansar otra vez hasta el lunes no sea que se nos cansen mucho, que luego dicen que están muy estresados mientras esperan las vacaciones de verano, de todo el verano.
Qué quieren que les diga, a mí esto me resulta un abuso y un auténtico cachondeo, además de una tomadura de pelo. Como suelo decir muchas veces, aquí somos modernos para lo que nos interesa y en este sentido los centros docentes viven en el siglo pasado tan a gustito sin querer adaptarse a la vida actual porque evidentemente viven mejor en el siglo anterior. Somos en este tema tan europeos y tan modernos como con los horarios de trabajo que nos gastamos en este Spain is different que tenemos.
A lo mejor será por eso que cada vez que oigo hablar de la conciliación de vida laboral y familiar es que, oigan, que me entra la risa floja.