Podemos releer sobre este asunto en numerosos artículos de distintos Programas de Fiestas Conmemorativas, firmados por Pablo Morillas Aguilar, Lucas Guillén Briones, Blas Zagalaz García, Matías de Haro Comino (y en su libro), Juan Soriano Izquierdo y otros que no firmaron su escrito, que hacen un recorrido por el vehemente deseo de que Bailén contara con un Monumento que recordase de modo sempiterno la gesta de 1808 y que explican los avatares de sus continuas negativas o imposibilidad de materialización.

1. Avatares de un proyecto.

Es tal vez el artículo de Juan Soriano, «El monumento a la Batalla de Bailén» (Programa de Fiestas de 2007) el más completo en este sentido. Ya desde 1809, según este autor, fue reivindicada la erección de un monumento. En 1850 se crea una comisión con Antonio Remón Zarco del Valle (1785-1866), General de Ingenieros, como vicepresidente, presidida por el mismísimo Castaños, y en la que se ve necesaria la construcción del monumento, haciéndose constar que nunca habrá de ser Bailén quien sufrague los gastos, sino la nación española. El propio Zarco del Valle propone que se haga en forma de “obelisco colosal” (en el Cerro de San Cristóbal) o un “arco de triunfo colosal” si se elige el Camino Real para su emplazamiento. El día posterior a su aprobación por el Consejo de Ministros, pendiente solo de la firma regia del proyecto, muere en el parto el primogénito de Isabel II, con lo que queda estancado el propósito. Esta reina visitará en 1862 la Ciudad de Bailén y la donación de una estatua, diosa romana Iberia, no colma las aspiraciones de los habitantes de la urbe de la célebre batalla. Ese año le fue presentado a la monarca otro proyecto que también caería en saco roto.

El Ayuntamiento bailenense reanuda en 1905, aproximándonos

Diputado de Jaén capital, artífice de que el monumento no esté en Bailén y sí en su ciudad natal.

al Primer Centenario, su aspiración de construcción monumental y en 1907 se constituye en Madrid una Junta en la que destacan personalidades de la talla de Niceto Alcalá Zamora, Benito Pérez Galdós, el duque de Bailén y el diputado giennense José de Prado y Palacio (Jaén 1865 – Espeluy 1926; fue alcalde de Jaén y de Madrid), principal valedor de que el «Monumento a las Batallas», inaugurado el 20 de octubre de 1912, terminara final e infelizmente en la capital del Santo Reino, por cuya discrepancia interna dicha comisión llegó a disolverse en junio de 1908, a las puertas del Bicentenario, la historia una y otra vez siempre vuelve a repetirse en la Muy Noble y Leal Ciudad.

Imagen del día de la inauguración, 20 de octubre de 1912, monumento bendecido por el obispo de Jaén don Juan Manuel Sanz y Saravia.

No me detendré a analizar el periplo que llevaron los bailenenses hasta ver por fin el majestuoso «Monumento Conmemorativo a la Batalla de Bailén», obra de José Antonio Rivas Fernández, que fue inaugurado en 1987, siendo alcalde don Luis Villarejo Cano. No me refiero en este trabajo a ese monumento en barro bailenés que afortunadamente tenemos, sino a ese otro que nunca vino.

2. Se cumplieron los presagios: la gesta, en Jaén, se convertirá en olvido.

 Desde el mismo momento en que el capricho de un diputado capitalino se consumó, los bailenenses dijeron y escribieron que en Jaén, ciudad en la que no tuvo lugar ninguna célebre contienda medieval ni anti-napoleónica, sería más fácil convertir aquella gesta en olvido, y así sucedió. Bailenenses hubo que juraron no mirar el monumento cada vez que pisaran suelo jaenero e incluso, no sé si será una leyenda, pero el insigne poeta bailenense, aunque nacido en tierras cántabras, José María Martínez y Ramón, evitaba pasar por su contorno. Los hubo incluso que llegaron a aliviar aguas menores en sus piedras, cosa a todo punto reprobable. Aquella fue, no obstante, una ofensa imperdonable que solo el tiempo llega a perdonar, si es que el perdón llega. Gran parte de España se solidarizó con Bailén.

    Pero no quedó ahí la cosa, el PARQUE DE LA VICTORIA (conocido también como Plaza de las Batallas), paraje en el que se encuentra EL MONUMENTO A LAS BATALLAS, y que dio nombre al estadio de fútbol de LA VICTORIA, del Real Jaén, un funesto día para Bailén del 29 de septiembre de 2010, el ayuntamiento presidido por la socialista Carmen Peñalver en coalición con IU, y a propuesta de estos, decidió modificar en Sesión Plenaria el nombre de dicho parque conmemorativo por el de PARQUE DE LA CONCORDIA, que es como todavía hoy, incomprensiblemente, se llama, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. ¿Pero qué tiene que ver la dictadura franquista con la Batalla de Bailén (1808) y con la de las Navas de Tolosa (1212)? Solo ha perdurado su anterior denominación en el nuevo estadio de La Victoria, donde el pasado 30 de junio consiguió el ascenso el histórico club de la capital de mi querida provincia, bendita tierra del Santo Rostro.

   Y llegó el tranvía, inversión económica sin precedentes en nuestra provincia, no hablaré de despilfarro, que asfixió al Monumento y redujo su zona ajardinada. Y aún no está en funcionamiento.

   Ya recopilé en El cancionero y el folclor tradicional en Bailén (2005), las composiciones poéticas y musicales dedicadas al emplazamiento del monumento en Jaén capital:

María Bellido

María Bellido
agua a la tropa le dio,
vino una bala enemiga
y el cántaro le quebró;
y bravos guerreros,
sin agua y con sed,
a la voz de «¡independencia!»
luchaban contra el francés.
Por eso en Bailén
se ha de construir
un glorioso monumento
que represente a Reding,
por eso en Bailén
se ha de gobernar
un glorioso monumento
que merece la ciudad.
Y así, cesar,
el monumento no está,
se lo han llevado a Jaén,
donde no debe de estar.

El monumento

Esta canción y su letra, así como la anterior, me fueron facilitadas e interpretadas por Teresa Cobo.

 … Napoleón,
que quiso ganar la España,
no lo pudo conseguir
que España fuera de Francia.
Por eso aquí que en las Navas,
donde terminó la guerra,
debe haber un monumento
para decirle su fiesta.
Y así, cesar,
el monumento no está,
se lo han llevado a Jaén,
donde no debe de estar.

Sirva este humilde artículo para mostrar mi desaprobación y solicitar al consistorio de la capital, por los propios grupos de Recreación o colectivos histórico-culturales bailenenses, para que sean ellos y así evitar politizar un asunto de este tipo, y aprovechando que hay ahora un concejal bailenense de nacimiento y de corazón en su equipo de gobierno, diputado autonómico, para que vuelva a ponerse el nombre que siempre tuvo, ya que solicitar que nos “devuelvan” el Monumento lo veo harto complicado.

Tuvieron razón cuantos bailenenses patalearon y se quejaron abiertamente. Bailén hubiese sido su lugar más idóneo, pues esa fue la primigenia voluntad de los comisionados. Una vez más la historia dejó a Bailén en segundo lado y nos brindó otra injusticia, como cuando pagábamos censo perpetuo a Baeza, o cuando dependíamos servilmente de un duque o conde, o nos quedamos sin Santana, o nos dieron de lado cuando nació la autovía, o evitaron que el Rey nos visitara en 2008, o nos quitaron el Monumento, o permitieron que la alfarería y cerámica bailenenses se hundieran poco a poco, como la esperanza de aquellos franceses que se rindieron en Bailén.

Francisco Antonio Linares Lucena
Bailén, 2 de julio de 2013.